Las sociedades humanas enfrentan constantes transformaciones, algunas de ellas surgen por causas externas y otras internas, sin importar el origen. Lo relevante es tratar de reconocer las estrategias que en diferentes fases de la historia se utilizaron para adaptarse al entorno y optimizar al máximo los recursos disponibles.

La eficiencia de la estrategia permite que una actividad trascienda, se repita y se trasmita por generaciones. El conocimiento que deriva de la practica constante de una actividad es una herencia que permite fortalecer vínculos culturales y construir identidades regionales. No obstante, ante los cambios que se viven en la sociedad actual relacionados con una pandemia que ha reducido una gran cantidad de adultos mayores, herederos directos del conocimiento, y la ya marcada separación generacional es muy importante retomar como actividad fundamental el registro etnoarqueológico para poder rescatar los saberes tradicionales de nuestros ancestros, de aquellos pueblos que impulsaron una relación sustentable con su entorno y que ahora están en riesgo de caer en el olvido.

La arqueología utiliza constantemente referentes etnográficos para hacer analogías y construir propuestas de lo que pudo suceder en el pasado, ahora es importante considerar la etnografía para resignificar actividades, tecnologías, conocimiento y aprender a aplicar los usos y modos de vida que a nuestros ancestros les permitieron vivir adecuadamente. Garantizar a las generaciones venideras un digno presente.