Ver lo no visible
DOI:
https://doi.org/10.60685/filha.v16i25.2468Palabras clave:
Pintura, Estética, Rubens, Filosofía trágica, TiempoResumen
El poeta es un guardián de la belleza. Pero sólo porque sabe que con ella y ante ella no es posible hacer nada. Si la belleza es aquello que se sostiene a sí mismo desde un impoluto encima del tiempo, lo bello lo es por su impotencia. Es bello porque se desvanece, porque cambia, porque cede su espacio: porque muere. No cuando muere, sino porque su mortalidad dice que, siendo tiempo, no se encuentra, ni podrá jamás encontrarse, por encima o a salvo de él. Es bello porque no puede sobreponerse al tiempo —pues está hecho de ello, eso es lo que es—, pero lo es porque, en cuanto límite, en cuanto compás de espera, su poder remite a un margen, a un desahucio instantáneo del tiempo, a una suerte de desfallecimiento en la duración.