Partidos por la mitad De la locura poética y otras pérdidas
DOI:
https://doi.org/10.60685/filha.v5i5.358Palabras clave:
locura, racionalidad, discurso científicoResumen
Parece que cualquier discusión sobre el tema de la locura y/o la psicosis requiere, a fin de comenzar, tratar de poner en claro los presupuestos de los que por necesidad arranca. El principal de ellos es, obviamente, la figura que sobre la estructura normal de la racionalidad y la conducta humana se emplea como patrón
de medida. No será fácil, al empezar por allí, apoyarse en algún consenso. No sería justo.
Es significativo que, por ejemplo, no aparezca una entrada con la palabra «locura» en un Diccionario tan riguroso como el de Laplanche y Pontalis.2 Acaso porque tal palabra, para un discurso científico, dice o mucho o demasiado poco. En el otro extremo del espectro, o al menos muy alejado de allí, un escritor como Ambrose Bierce sostendrá que el loco es sólo aquél que se encuentra «afectado de un alto nivel de independencia intelectual;… que no se conforma a las normas del pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos;… que no está de acuerdo con la mayoría».3 La locura es el nombre impuesto por la gente normal —a saber, «funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura»— sobre todo lo que ella misma es incapaz de comprender. Incomprensible, en todo caso, por inutilizable: la locura es la palabra que se asigna a la irrupción de lo inusitado, de un gesto o acto o vocablo que rompe el hábito y los «usos» de una comunidad equis. Loco es el anormal; loco es el raro; loco es el enfermo.