Sobre la simbología de nuestra portada
Sobre nuestro emblema de portada
Según la Mitología Griega, Pegaso nació de la sangre de Medusa, derramada cuando fue decapitada por Perseo. Aparece vinculado a diversas historias: el rescate de Andrómeda por el mismo Perseo, la derrota de la Quimera y las Amazonas por Belerofonte, y la muerte de éste debido a su soberbia. Se le atribuye, además, de ser acompañante de las Musas, haber hecho brotar del Monte Helicón la fuente Hipocrena, inspiradora de los poetas; ser el caballo que guiaba el carro de la Aurora y el padre de los Centauros. Fue convertido por Zeus en la constelación que lleva su nombre.
Para el matemático e impresor Enrico Martínez, la Nueva España estaba regida por la constelación de Pegaso.1 Y este animal mitológico fue escogido por el científico, humanista y literato Don Carlos de Sigüenza y Góngora como emblema propio reproducido en varias de sus obras, acompañado del mote: Sic itur ad astra (Vamos a las estrellas), pasaje de la Eneida de Virgilio (Canto IX, verso 614). Sigüenza explicó su elección de este símbolo en razón de que, citando a Vincencio Ruscelo, “representa al hombre, el cual manifiesta tener su alma vuelta hacia lo sublime, en beneficio de la Patria”.2
En su estudio sobre el simbolismo del Pegaso en la Nueva España, Guillermo Tovar de Teresa asume que, además, representa la identidad novohispana y es el “emblema de la imaginación creadora liberada por el esfuerzo lúcido de la introspección”.3
Es así que tanto por sus referencias míticas como por su vinculación con la Nueva España, y específicamente con un personaje que sintetiza la ciencia, el humanismo y las artes, que una estilización del emblema de Sigüenza y Góngora fue seleccionado para ser la portada de Adenda Letras Novohispanas. Mediante este ser híbrido, terrenal y celestial, simbolizamos la fusión entre las humanidades y las artes, la razón y la imaginación, la realidad y la fantasía, lo material y lo espiritual, lo científico y lo artístico, la ruptura y la continuidad, la tradición y la modernidad, lo deleitable y lo útil, la inspiración y la disciplina.
Pegaso es, pues, aquí, símbolo, identidad y emblema de las aspiraciones intelectuales de este foro académico, como guía en el ascendente viaje de generar nuevo conocimiento sobre el período virreinal, mediante la interpretación de todos los tipos de textos que nos legó la cultura letrada de entonces, así como de las elucidaciones que sobre esa época y sus producciones textuales se han hecho hasta hoy.
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1 Enrico Martínez, El repertorio de los tiempos e historia de la Nueva España, México, Enrico Martínez, 1606, 2ª. Ed. De Francisco de la Maza y Francisco González de Cosío, México, Secretaría de Educación Pública, 1948, fols. 163-164.
2 Carlos de Sigüenza y Góngora, Preludio II al Teatro de virtudes políticas, en Obras históricas, edición y prólogo de José Rojas Garcidueñas, México, Porrúa, 1983, p. 241.
3 Guillermo Tovar de Teresa, El pegaso o el mundo barroco novohispano en el siglo XVII, Sevilla, Renacimiento, 2006, p. 147.