La experiencia de la historia: catástrofe y memoria
DOI:
https://doi.org/10.60685/filha.v17i26.2046Palabras clave:
conquista, México-Tenochtitlán, catástrofe, evangelización, historia, memoria, mitología, Jesuitas, sincretismoResumen
La evangelización en México en el siglo XVI no fue ciertamente un hecho apolítico ni, tampoco, el fenómeno neutral de la extensión sin violencia, de una fe y una esperanza. Fue un hecho político excepcional. Fue el derecho de conquista. Un derecho en el que el catolicismo se blandió como un mandoble contra la espiritualidad indígena, suplantando o recubriendo los modos de religión ancestrales. Nunca será suficiente hablar de un pueblo que convirtió la guerra ritual en institución permanente, sacrificando cautivos de guerra, imponiendo tributos, obligando a pueblos vasallos a celebrar periódicamente guerras para proveerse de prisioneros destinados al sacrificio. El artículo afirma que la primera modernidad de la Nueva España (siglo XVII) en la que el país ataba y ajustaba los hilos con sabiduría y firmeza, es desdeñada y arrinconada en el siglo XIX, ocupando los mitos liberales su lugar, como en el siglo XX lo harán los mitos revolucionarios. ¿Es posible no tener una memoria resentida cuando se trata de una Catástrofe del pasado, cuando la fábula creada a fines del siglo XVIII, convertida en mito en el siglo XIX se ha convertido en Ethos (hábito, costumbre, vida, morada, refugio) en el México de nuestros días? El siglo XVII novohispano liderado por los jesuitas no debe confundirse con lo colonial. Lo jesuita novohispano es siempre la inventiva, la creación, la síntesis, la actitud echada pa´delante en una travesía difícil, renovando, conquistado. Es un gigantesco esfuerzo histórico-mestizo que pretende reconstituir en la Nueva España la civilización occidental-hispano-católica. No obstante, la utopía de una Iglesia “nueva” y verdaderamente espiritual en tierras “indianas” se tambalea y pierde la firmeza de los primeros años de la evangelización.