Ella Fitzgerald y Bobby McFerrin: dos íconos de la cultura jazzística
DOI:
https://doi.org/10.60685/filha.v6i6.388Palabras clave:
Creación artística, Jazz, Jazz vocalResumen
Al inicio del acto creativo, el instrumento, inundado por la técnica, se rebela en la mano del artista debido a la insatisfacción que le deja su obra, la cual, en aras de una ortodoxia compartida indebidamente, se sumerge sin querer queriendo en los abismos del delirio y la locura. Gracias a ello, la singularidad de la creación artística se produce cuando el individuo asoma su mirada a un sendero iluminado, pero no recorrido, por el devenir existencial común.
En este sentido, es indudable que son muchos —aunque no suficientes— los que escuchan el llamado de lo insondable y lo indomable y deciden hacer de su vida una obra artística, sobre todo cuando no pretenden crear cualquier obra sino aquella que, a través de los sonidos, habrá de hollar caminos imprevistos y maravillosos. Así ocurrió en el caso de Ella y Bobby, dos de las grandes figuras de la síncopa, quienes trazaron senderos que muchos otros, acuciados por su ejemplo venerado, habrían de recorrer después, persiguiendo sus logros y, dentro de lo posible, siguiendo sus pasos.
Música: sonidos y silencios en el tiempo. Instrumento: forma y volumen en el espacio. Espacio y tiempo: compañeros de parranda, unidos en el arte. Voz y cuerpo: la música y el instrumento. Arte: creación, locura, síncopa e improvisación.