El arte del ruido / el futuro del sonido
DOI:
https://doi.org/10.60685/filha.v5i5.362Keywords:
música, instrumentista, sonidoAbstract
Un tópico muy difundido (sobre todo entre aquéllos que invirtieron la vida dominando un instrumento) considera que la música sólo existe como pretexto para que el instrumentista manifieste su virtuosismo. Este sofisma amplifica su error cuando se confunde la maestría de un intérprete con su velocidad (lo cual implicaría reducir el oficio del Arte a mero récord Guiness). Si se aplicara la definición de cierto novelista irlandés que considera al arte como «la disposición voluntaria de la materia sensible con un fin estético»,1 se deduciría que ni las notas musicales, ni los dedos del violinista, ni las cuerdas vocales del cantante, constituyen la «materia sensible» de la música, la cual está conformada, en un
sentido más amplio, por todas las posibilidades del sonido (entendido como una sumatoria de la frecuencia, la intensidad, la duración y el timbre) cuando se somete a una estructura temporal (rítmica, melódica y armónica) elegida por el artista para producir un resultado estético, e inducir en el escucha una determinada emoción, una cierta parálisis.