Fou El doble, el autómata y las fuerzas misteriosas del universo desde Hoffmann hasta Meyrink
DOI:
https://doi.org/10.60685/filha.v5i5.376Palabras clave:
Literatura fantástica, Romanticismo, SupersticiónResumen
«Quimérico», «absurdo», «increíble» son palabras que definen en un mundo racional lo fantástico, supersticioso, el producto de mentes enajenadas llenas de creencias religiosas y populares inaceptables, inoperantes para el correcto funcionamiento de la sociedad; aunque también sean sinónimos de un término que designaría un movimiento filosófico y cultural capaz de cimbrar las bases de occidente: el Romanticismo.
Hacia finales del siglo XVII y principios del XVIII, el impacto del racionalismo había sido avasallador: la fe se estaba terminando, y poco a poco el hombre se quedaba sin algo en que creer, ante lo cual maravillarse, caminando como autómata entre los requerimientos sociales de su época. Con el surgimiento del movimiento romántico, el panorama cambió radicalmente, pues al bautizarse con un término tan vituperado por sus predecesores, los integrantes de esta expresión cultural reinventaron «lo romántico»: en este nuevo contexto, se trataba de todo lo favorable para la inspiración trascendental y la creación; el rescate de todo lo marginado por la recta razón, de lo diferente –la magia, la locura, lo fantasmal, el folclor, la irracionalidad, el sentimentalismo–; era una grata clase de horror, de ambientes, formas y seres sobrenaturales que, con el paso del tiempo, engendrarían una literatura alterna, la literatura fantástica